El Parásito: datos y un coro

Carolina Cerón

April 3, 2024

Bogotá, Navigating Friction

María Fernanda Cardoso, Circo de Pulgas, Espacio Vacío (1997)
María Fernanda Cardoso, Circo de Pulgas, Espacio Vacío (1997)

Preludio

En este texto me apropio, deformo, resumo y reescribo pasajes de El parásito, de Michel Serres. Escojo este libro no sólo por su carácter experimental y su lejanía de la escritura académica tradicional, sino también porque, a pesar de ser considerado un texto fundamental del posthumanismo, utiliza la fábula para indagar cómo las relaciones humanas y no humanas son análogas a la del parásito con el organismo huésped. Serres arguye que, al comportarse como plagas, los grupos minoritarios pueden convertirse en actores principales del diálogo público y crear, así, diversidad y complejidad, condiciones vitales del pensamiento humano. También sostiene que detrás de ideas como la independencia, la autonomía y la agencia se oculta la interdependencia de los seres humanos con su entorno.

En el marco de un texto sobre espacios independientes en Bogotá, Colombia, el argumento de este libro que encuentro más interesante es la sugerencia de que el parásito constituye un elemento clave de cualquier sistema, a saber, en la función de un “excitador térmico” que altera la naturaleza del entorno del que forma parte. En ese sentido, los espacios independientes del circuito artístico de Bogotá han sido parásitos. Pero no se trata de parásitos en el sentido común: organismos, por lo general de distinta especie, que viven de otros, que se alimentan de estos y que, sin llegar a matarlos, lentamente los arruinan. Serres nos invita a fijarnos mejor: un parásito, según él, no es aquel que drena la energía de un sistema sino el que cambia la naturaleza del huésped. Vistos así, los espacios independientes de Bogotá han sido parásitos del sistema del arte local, catalizadores que han dinamizado una escena marcada por el dominio comercial.

Este texto contiene dos vías, dos voces o, si se quiere, dos textos: uno que consiste en datos y otro que es un coro. El primero es un recorrido informativo por la naturaleza y la evolución de los espacios considerados independientes en el contexto cultural de Bogotá; describe cómo estos lugares emergieron geográficamente en la ciudad y conformaron los que hoy se conocen como circuitos artísticos, grupos de espacios próximos entre sí. La mayoría son datos tomados de una revisión de la sección “Páginas amarillas” del libro Por las galerías, atlas de galerías y espacios independientes, Bogotá 1940-2018, que publiqué junto con José Ruiz y Natalia Gutiérrez Montes.

El otro, en forma de coro, semeja una caja de resonancia y está construido en las citas a pie de página. Ahí surgen las apropiaciones del libro de Serres junto a frases pronunciadas durante el evento Other Network, realizado en Espacio Odeón, en Bogotá, el 13 de julio de 2023. Las voces de los participantes pierden aquí su autoría y pasan a ser un coro donde se diluye el reino de la cita. Estos participantes fueron Rafael Díaz (Más Allá), Tatiana Rais (Espacio Odeón), Juan Sebastián Peláez (MIAMI y Carne), Andrés Moreno (Otro Espacio), Jenny Díaz (Venga le digo) y Valeria Giraldo (Proyecto Relámpago). Para entrelazar estas voces, me apropio de una frase del poema “El sueño de las escalinatas”, de Jorge Zalamea, que no hace otra cosa que incitar a formar un coro.

Invitación a la exposición de Juan Manuel H2O en la Galería Ud. (1967)
Invitación a la exposición de Juan Manuel H2O en la Galería Ud. (1967)

I: Centro-La Macarena

La primera galería de arte de Bogotá se llama, paradójica y honestamente, Galería de Arte; así, sin más. Abrió sus puertas en 1940 y la gestionó el antropólogo ucraniano Juan Friede. En ese lugar se hacían concursos, rifas y tómbolas para incentivar el mercado del arte. La tarjeta de presentación de esa época de la galería dice: “Venta permanente de cuadros, esculturas y objetos de arte. Solicite precios en la oficina.” Estaba situada en el centro de la ciudad, en la avenida Séptima con carrera 23, cerca de donde hoy se encuentra el centro Terraza Pasteur, en la localidad de Santa Fe. A mediados del siglo XX, cuando espacios como el Teatro Colón, el Teatro Odeón y el Museo del Oro se habían integrado al casco histórico, esa zona se convirtió en el corazón cultural de la ciudad.

Diez años después, en 1950, el artista barranquillero Orlando Rivera, Figurita, llegó a Bogotá. Quería organizar una exposición de su obra reciente, pero no contaba con un respaldo institucional ni con un lugar para hacerla. En el centro histórico, además de configurarse los espacios de consumo cultural, se consolidaban también los cafés de la Avenida Jiménez, frecuentados por intelectuales, escritores y, por supuesto, artistas. Según el periodista Fernando Jaramillo, cuando Figurita llegó a su café, preocupado por no tener dónde exponer, él le dijo: “¡Colgá pues esos cuadros aquí a ver qué pasa!”. Así empezaron las exposiciones en el café El Automático.

No muy lejos de allí, por la calle 26 hacia el norte, todavía en Santa Fe, en el edificio del Hotel Tequendama fue fundada en 1961 la Galería Gasquet. Cerca de ese hotel, la Galería del Parque funcionó en la década de los sesenta en el Templete de la Luz, un quiosco en el Parque de la Independencia, sobre la carrera Séptima con calle 26. En ese mismo templete, Matilde de Lewental, Raúl Marroquín, Clemencia Lucena y Luis Fernando Lucena fundaron en 1967 tal vez uno de los primeros espacios autogestionados de la ciudad: la Galería Ud. Fue inaugurada el 18 de septiembre de ese año con una exposición individual de un artista conocido como Juan Manuel H2 O y Viento. El espacio estaba “dedicado únicamente a exposiciones de pintura de los jóvenes colombianos que siempre han encontrado serios problemas al intentar mostrar sus obras”, como lo anuncia el volante de la primera exposición. Causa curiosidad que el respaldo a los artistas jóvenes, que suelen carecer de plataformas para exponer su obra, ha fungido, y tal vez siempre fungirá, como el detonante de la creación de espacios independientes en Bogotá. Este espacio en particular quiso, como muchos otros, ser un canal entre el público y los artistas más jóvenes y mostrar “que las obras de los artistas colombianos son serias, importantes, indispensables, y no objetos de lujo”, como escribió Clemencia Lucena en un artículo de la revista Art-Pía (n.° 3, 1968) en ocasión del primer aniversario de la Galería Ud. En esta zona, cercana al Museo de Arte Moderno de Bogotá, se ha desarrollado un circuito artístico de La Macarena. 1Crece, crece la audiencia: Empecemos: ¿qué es un parásito? Parasitar significa comer al lado; comencemos con este significado literal. La rata de campo es invitada a una cena por su colega de la ciudad, como cuando una galería invita a un espacio independiente o un espacio independiente obtiene un espacio en una feria de arte. Se podría pensar que lo esencial es la relación de semejanza o diferencia. El parásito es huésped y anfitrión. Pero eso no es suficiente; nunca lo fue. La relación del invitado no es simple. Dar o recibir, sobre la alfombra o en el mantel, pasa por una caja negra.



El parasitismo es una relación simbiótica. La simbiosis es, antes que cualquier otra cosa, una interacción y la creación de un vínculo. ¿Qué es eso de vivir juntos? ¿Qué es lo colectivo? ¿Y si el sistema en cuestión fuera el colectivo? ¿Qué relaciones tenemos realmente entre nosotros? ¿Cómo convivimos? ¿Qué es realmente este sistema que se derrumba ante el menor ruido? ¿Quién o qué produce este ruido? ¿Quién o qué me impide escuchar a quién, comer con quién, dormir con quién? ¿Cómo puedo amar? ¿Quién recibe a quién? ¿A quién debería amar? ¿A quién podría amar y quién me amará a mí? ¿Quién prohíbe el amor? ¿Es este ruido tanto el ruido colectivo como el sonido que proviene de la caja negra? El parásito es huésped y anfitrión. Los términos independiente y autónomo han sido debatidos en el campo del arte, especialmente en Bogotá, bajo connotaciones de heroísmo, pues los independientes y los autónomos han sido los llamados a hacer lo que la Institución, con I mayúscula, no puede o no quiere. Los independientes acogen a los jóvenes; le dan un espacio de exposición a quién no lo tiene. Los independientes son un instigador. ¿Independientes de qué? ¿De quién? ¿Por qué se llaman independientes? Para El Parásito, la independencia no es aislamiento ni separación, sino la capacidad de funcionar en un sistema de relaciones sin ser dominado o subyugado por otros. Es un equilibrio entre dar y recibir, influir y ser influenciado. Para El Parásito, la autonomía es la capacidad de autogobierno en un sistema de relaciones. La autonomía no niega la interdependencia; la acepta como una condición fundamental de su existencia.

Magma (1985).
Magma (1985).

II: La Macarena - Chapinero

La Galería El Papi Hippie fue un espacio de exposiciones creado en 1968 como parte del movimiento Papi Hippie, ideado a finales de los sesenta, en Bogotá. La fundó un grupo de amigos, entre quienes se encontraba Pierre Tack, bajo el propósito de “[…] buscar una hermandad en el arte de la plástica y de la música” en sintonía con los ideales del jipismo estadounidense. Estaba situada en la calle 85, en la localidad de Chapinero, a nueve kilómetros de distancia y fundada un año después de la Galería Ud., donde se cocinaba el primer espacio para el arte joven de la ciudad. Es posible que la Galería El Papi Hippie haya sido el primer espacio independiente del sector de la Zona Rosa, entre el parque de la 93 y la calle 83, la carrera 11 y la carrera 15, en los barrios El Retiro y El Chicó. Veinte años después, en esta zona que hoy reúne varias galerías de la ciudad funcionaría el mítico espacio Valenzuela y Klenner, que también tuvo el apellido Galería. Se encontraba en el barrio Antiguo Country, en la calle 84 con carrera 13, en el segundo piso de un pub. Luego se trasladó a un barrio residencial donde hoy funcionan los restaurantes de la zona T. Fue una galería con un espíritu distinto, comprometida a exponer arte contemporáneo en diálogo con el contexto local sin obedecer a una fórmula comercial. Apostó por los jóvenes, pero fue también un espacio para artistas como María Teresa Hincapié y José Alejandro Restrepo en un momento en que no encontraban donde mostrar sus propuestas. En 1995 se mudaron al barrio La Macarena, a la sede de la carrera 5 n.° 26-28. Cerró sus puertas definitivamente durante la pandemia.

Magma abrió en 1985 en una casa en la calle 67 con carrera Sexta en el barrio Chapinero, con la mala suerte de ser inaugurado el mismo día de la tragedia nacional de la toma del Palacio de Justicia. Jaime Iregui, Rafael Ortiz, Marta Combariza y Paige Abadi fundaron el espacio. En el segundo piso había talleres para cada artista, y en el primer piso, un espacio expositivo y un jardín infantil. Había ciclos de cine y una tienda de arte. No les interesaba comercializar obras, sino tener un espacio común, un espacio de taller y un lugar dónde mostrar arte de artistas residentes e invitados. Con el tiempo, el entusiasmo decayó. Enfrentaron dificultades para pagar el alquiler y, en 1987, decidieron cerrar. Magma buscó avivar la escena fuera del dominio de las galerías comerciales que marcaban la pauta y daban validez a los artistas de la época.

Gaula fue creado en 1991 y cerró un año después. Había sido concebido como un lugar para mostrar los proyectos de los artistas que lo gestionaban: Jaime Iregui, Carlos Salas y Danilo Dueñas. Era un espacio anticomercial, pero tenía la estructura de una sociedad comercial y buscaba vender. Irequi, Salas y Dueñas querían dar cabida a propuestas de otros artistas jóvenes y, así, exponer sin concesiones. Gaula fue pura y absoluta autogestión en un galpón de La Macarena. Cabe mencionar que, en ese momento, las galerías (y toda Colombia) enfrentaban una crisis profunda. El deterioro del ambiente artístico era notorio. La influencia del narcotráfico había producido una gran desconfianza en el mercado del arte y el modelo tradicional de galería estaba en entredicho.

Espacio Vacío estaba en el primer piso de un edificio de tres pisos construido por Carlos Salas, en Chapinero. Abrió sus puertas a las 7:00 p.m. del 7 de febrero de 1997 y las cerró en 2002. No hubo una exposición inaugural; tampoco se trataba del nacimiento de un espacio determinado. La apertura fue, más bien, un acto simbólico para presentar y ofrendar el lugar como un espacio vacío, con las paredes sin obras, como una invitación a los artistas a proponer proyectos y procesos de experimentación. Por ejemplo, el domingo 7 de mayo de 1997, hasta las 5:00 p.m., la artista María Fernanda Cardoso presentó su espectáculo “El circo de pulgas” con más de 300 pulgas adiestradas para realizar actos de malabar, trapecio y danza. 2Crece, crece la audiencia: No conocemos ningún sistema que funcione perfectamente, es decir, sin pérdidas, huidas, desgaste, errores, accidentes, opacidad; un sistema cuya rentabilidad sea del uno por uno. ¿Qué es, para ustedes, un espacio independiente? Cambia con el contexto, el lugar, el momento. Algo que hace diez años se consideraba un espacio independiente hoy ya no lo es. Hace diez años, parecía claro que un proyecto que no encajaba en una dinámica comercial era un proyecto independiente. Pero, ¿independiente de qué? Esos espacios dependen de muchas personas, de un ecosistema, de una infraestructura. Nada es independiente. Hoy llamamos independiente —un término, tal vez, de los años noventa— la actitud de sentirse fuera del sistema, antimercado; la desconfianza en la institucionalidad; la necesidad no de ser anti, sino parainstitucional.

Espacio Vacío, vista frontal (1997).
Espacio Vacío, vista frontal (1997).

III: Chapinero–San Diego–Teusaquillo–Bosque Izquierdo

Casa Guillermo fue un espacio y un colectivo de trabajo constituido por estudiantes en respuesta a la venta de la casa de Guillermo Wiedemann en el barrio Chapinero, de Bogotá, (casa donada por el artista al Departamento de Arte y Textiles de la Universidad de los Andes y manejada por la universidad desde 1988 hasta su venta en 1998). Algunos estudiantes —entre ellos, Renato Benavides, Fernando Pertuz, Javier Ruiz y Diego Benavides— empezaron una labor de gestión y creación, invitaron a otros artistas al espacio y desarrollaron allí sus propios proyectos. El 15 de junio de 2000, Johanna Arenas y José Fernando Navarro, dos artistas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano interesados en mostrar y promover el arte joven, fundaron Sala de Espera. Este espacio, ubicado en Chapinero, ofrecía un lugar para exponer a artistas recién egresados de la universidad. En este tramo se cocina una condición de los espacios venideros: los espacios independientes de Bogotá cobran vida cuando la gente sale de la universidad. Se convierten en una especie de parada obligatoria, un ritual de paso, donde la gente se reúne y crea comunidad.

Mar Galería-Taller fue un espacio independiente fundado en 2001 por el Colectivo Mar (Muchos Artistas Reunidos), compuesto por Mauricio Gutiérrez (ArtIs) y Rafael Sánchez. La primera exposición de Mar se realizó en el cine porno Teatro Bogotá ubicado en la calle 22 con carrera quinta, en el centro de la ciudad. Luego se trasladó de manera permanente a un espacio cercano, en el segundo piso de un edificio de la calle 32 con carrera 13, donde fue ocupado por varios colectivos.

Mar Galería tenía un enfoque de autogestión: los artistas emergentes generaban su propio espacio de exhibición y enfocaban su discurso en temas como la censura y la exploración de la sexualidad y de los cuerpos. Este proyecto fue clave para la escena cultural alternativa de Bogotá, pues ofreció un lugar para formas de arte como el cómic, los fanzines, el video experimental y la música. El espacio cerró en 2005, por agotamiento, y Andrés Frix, uno de sus gestores empezó Espacio 101, también en el centro de la ciudad, que posteriormente mutó a El Salmón Cultural y se acabó definitivamente en 2009 tras un allanamiento ilegal de agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el organismo de inteligencia del Estado colombiano. Espacio 101 fue un proyecto independiente enfocado en la investigación y en la producción de fanzines como una alternativa de divulgación de obras y artistas. Tuvo como antecedente el proyecto Cara de Perro Sonido Visual, fundado en 2002 por Andrés Frix Bustamante. Hasta 2005 estuvo integrado a Galería Mar y al Colectivo Frix 2713, conformado por Iván Olarte, Lorena Espitia y por el propio Frix.

No muy lejos de allí fue fundado El Parche, en enero de 2002, con el ánimo de ser un espacio de intercambio entre artistas y distintos agentes del arte. El espacio funcionó en el garaje de una casa tradicional del barrio Bosque Izquierdo, cuyas habitaciones fueron usadas como residencias artísticas para realizar proyectos in situ relacionados con el contexto local. El Parche no comercializó arte, sino que se proyectó como una plataforma de visibilización de artistas y proyectos, y para tender puentes entre artistas y posibles colecciones. Ese mismo año, después de seis meses de operación, El Parche cerró. Tras la disolución del grupo, los integrantes llegaron a un acuerdo que le permitió a Michèle Faguet conservar la beca otorgada por la Fundación Avina y usarla para la apertura del Espacio La Rebeca, en el primer piso de Valenzuela y Klenner. Este fue un proyecto independiente, sin ánimo de lucro, fundado por Faguet, que anteriormente había sido curadora de La Panadería, en México.

Espacio La Rebeca abrió sus puertas en agosto de ese mismo año con la exposición “Arresto de Cristóbal Lehyt”. En la sede “parásita” de Valenzuela y Klenner se realizaron exposiciones como “Adiós pues”, de María Margarita Jiménez, “Lovera/nascimento”, de Video Ediciones-Inserciones, y “Colegiala en cinta”, de El Vicio Producciones. Luego, La Rebeca se ubicó en una casa tradicional de Teusaquillo y abrió sus puertas a propuestas jóvenes y arriesgadas a través de la selección de artistas y cineastas, colombianos y extranjeros, de carácter emergente y establecido. Tenía espacios para talleres. En abril de 2005, sin embargo, cerró con la exposición “Quisiera que estuvieras aquí”. Una causa determinante fue la inseguridad en el sector de Teusaquillo, que desembocó en amenazas de bandas criminales. Espacio La Rebeca fue un proyecto importante en el desarrollo de los espacios alternativos de Bogotá e influyó en el surgimiento de nuevas propuestas en la escena local. Proyectos como Gaula y Espacio Vacío fueron algo así como los abuelos de El Parche y La Rebeca, los cuales, a su vez, fueron los padres de El Bodegón y los bisabuelos de espacios posteriores como MIAMI, Paraíso Bajo y Laagencia. Todos ellos acogieron de manera explícita o implícita la expresión “arte joven” para hacer referencia a la producción de una generación.

En 2003 se inauguró Lonely International Gallery, fundada por El Vicio Producciones, el colectivo de Richard Decaillet, Santiago Caicedo, Carlos Franklin y Elkin Calderón. Según el artista Paulo Licona, la similitud entre la tipografía y la fonética de Lonely International y la cadena de almacenes de ropa Only, una de cuyas sedes estaba ubicada cerca de la galería, los obligó a cambiarle el nombre por Ganga International Gallery. 3Crece, crece la audiencia: Ese es el significado del prefijo para en la palabra parásito: estar a un lado, junto a, desplazado; no estar en la cosa misma, sino en su relación. El parásito vive en las relaciones y hace un sistema con ellas. Es, también, un huésped que intercambia charla, alabanzas y adulaciones por comida. El parásito es asimismo ruido, la estática en un sistema o la interferencia en un canal. Cuando no entendemos, cuando diferimos en cuotas nuestro conocimiento para una fecha posterior, cuando la cosa es demasiado compleja para el día a día, cuando ponemos todo en una caja negra temporal, prejuzgamos que se trata de un sistema. Cuando finalmente podemos abrir la caja, vemos que funciona como un espacio de transformación. No hay sistemas, instancias o sustancias excepto por nuestra ignorancia. Un sistema es no conocimiento. El otro lado del no conocimiento. El no conocimiento tiene un lado de caos y un lado de sistema. El conocimiento une estas dos orillas del río. El conocimiento, como tal, es un espacio de transformación. Toda esta cuestión es fractal.

Espacio La Rebeca en la Valenzuela y Klenner (2003)
Espacio La Rebeca en la Valenzuela y Klenner (2003)

IV: Las Aguas-Chapinero-La Candelaria-Teusaquillo-Las Nieves. San Felipe no existe todavía

A mediados de 2005, pasados unos meses tras el cierre de La Rebeca, doce estudiantes y profesores universitarios, amigos y miembros de distintas facultades de arte de la ciudad, se reunieron para dar vida a El Bodegón (Arte Contemporáneo-Vida Social). Epicentro de numerosas fiestas y exposiciones, ubicado en una bodega del barrio Las Aguas, se convirtió en el ícono de los espacios independientes de la primera década de este siglo y abrió caminos hacia lo que vendría para la escena. En 2009, cerró.

Como resultado inesperado de un grupo de estudio de amigos egresados del Departamento de Arte de la Universidad de los Andes, alguien dijo: “¡Hagamos algo ahí!”. “Ahí” era el primer piso de un espacio de talleres y oficinas en el corazón de Chapinero. Así nació, en 2010, Laagencia, una oficina de proyectos de arte y experimentación, que contó con un espacio de exhibición hasta 2013 y actualmente se mueve aquí y allá, entre proyectos educativos, como la Escuela de Garaje, conferencias performáticas, convites y relaciones con lo no humano en los procesos de fermentación de alimentos.

Espacio Odeón nació en 2011 como un espacio para el arte contemporáneo, que reanimó, a modo de centro cultural, el edificio de un teatro antiguo y se conectó con el circuito cultural del centro histórico de Bogotá. Durante diez años tuvo una programación de exposiciones que incluyó proyectos no antes vistos en la ciudad y su propia feria de arte independiente. Hoy, Odeón es un caso curioso de meiosis: se dividió en varios tentáculos. El principal es Espacio Comunal, un programa de actividades en el primer piso del edificio, que ofrece charlas, fiestas y cocinadas, y busca relacionar la práctica artística con el encuentro con el público, explorando procesos alrededor del cuerpo y de la memoria, permitiendo que otros lo parasiten y parasítandose a sí mismo a través de la fragmentación. Alberga proyectos como Otro Espacio y hace posible que varios colectivos se adueñen del espacio para sus propios proyectos y para exposiciones efímeras como DD/MM/AAAA.

La Redada surgió en 2011 en el centro de la ciudad bajo el lema “Hazlo real”, y a MIAMI la fundaron en 2011 Gabriel Mejía Abad, Adriana Martínez, Daniela Marín, María Paola Sánchez y Juan Sebastián Peláez en una casa del barrio Teusaquillo. Este espacio, que se originó como taller y lugar de reunión, funcionó durante diez años. La Quincena, también en Teusaquillo, se inauguró el 26 de abril de 2012 con una exposición de dos de sus fundadores, Juan Manuel Blanco y Santiago Castro, que consistió en una serie de pinturas en soportes no tradicionales. Este lugar autogestionado contó con un espacio expositivo que abrió sus puertas únicamente a artistas jóvenes.

El Mentidero abrió sus puertas en 2014, de la mano de Paulo Licona, y fue una plataforma de experimentación plástica para estudiantes de arte y artistas jóvenes, concebida originalmente como un derivado del proyecto Mercadito & Mentidero, que comercializaba piezas de arte, literatura y productos culturales de bajo costo. El espacio cerró con el evento “Bye Bye, nos largamos, hasta nunca”, realizado en el Salón Colombia.

Más Allá es un espacio autogestionado que dirige Rafael Díaz desde 2014. El proyecto Ratus Ratus fue un espacio de talleres y exposiciones creado en colectivo por un grupo de amigos y estudiantes de arte de la Universidad de los Andes, que estaban próximos a graduarse y tomaron un apartamento para desarrollar sus tesis de grado, proyectos personales y exposiciones colectivas. Más Allá continuó con ese carácter ambivalente de taller y espacio de exposición, y ha entrado y salido de las dinámicas del mercado, ha jugado a la intermitencia: a estar activos, a estar ausentes. Juegan con los flujos de intensidad de las cosas, con el viento que venga. Más Allá es de los espacios más antiguos de la escena bogotana por la sola necedad de seguir, de ver qué, de no dejarse morir. Y ha mantenido un principio: dejar que los artistas hagan lo que quieran, que tengan espacio, juego y experimentación. 4Crece, crece la audiencia: La relación parasitaria es la forma atómica de nuestras relaciones. Intentemos mirarla de frente, como a la muerte, como al sol. Todos, juntos, vivimos atacados en esa relación. En los organismos biológicos, y en los colectivos humanos, el parásito vive del huésped, por él, con él y en él. Podría matarlo, pero no tiene interés en que muera porque se nutre de él. Para evitar la hostilidad del huésped, el parásito se mimetiza, imita ciertas células receptoras y llega a hacerse invisible. El parásito elimina así la individuación. El parásito tiene el poder, porque ocupa el medio y media en las relaciones que intercepta. El invitado se convierte en el interruptor; el ruido, en el interlocutor. Parte del canal se convierte en obstáculo, y viceversa.

V: San Felipe y todas partes, por todo lado

El barrio San Felipe, de la localidad de Barrios Unidos, está entre la avenida Caracas, la carrera 24 y las calles 80 y 72. Ha sido recientemente nombrado el Bogotá Art District. La llegada de circuitos artísticos a barrios residenciales a menudo conduce a la gentrificación, desplazando a los residentes originales y transformando el tejido socioeconómico y la función de los espacios urbanos. San Felipe es un ejemplo claro de este cambio urbano en acción. En ese barrio funciona desde 2015 KB Espacio para la Cultura. Es un espacio autogestionado y sirve de café, discoteca, terraza, bar, espacio para la fiesta y lugar de reunión para las prácticas del arte contemporáneo de la escena local. Paraíso Bajo fue un colectivo de tres artistas mujeres —Daniela Silva, Daniela Gutiérrez y Mariana Jurado—, que entre 2016 y 2018 realizó curadurías parasitando espacios, siempre sin un lugar fijo. También sin un espacio determinado, Cachorra nació en 2021 con una premisa clara: organizar exposiciones de artistas que, sin importar la edad, nunca han hecho una exposición individual. Así parasitó la galería Casas Riegner y, a finales de este 2023, se instaló durante un año en un local comercial en un pasaje de Lourdes en Chapinero.

Venga le digo es un colectivo parásito sin espacio, nacido en 2021 con Jenny Díaz a la cabeza. Busca interactuar fuera del circuito del arte y generar relaciones colaborativas con las tiendas de barrio. Le interesa el carácter de lo efímero, la posibilidad de mutar, la caducidad y cómo parasitar la institucionalidad. Al carecer de un espacio, al proyecto le resulta más fácil entender que existe por un momento, que después se expande a otro momento.

Otro Espacio comenzó a principios de 2023 de la mano de María Mercedes Salgado y Andrés Moreno. Hacen exposiciones cada mes y no se consideran independientes, pues la motivación es vender algo, poder pagar las cuentas. Ahora mismo parasitan Odeón, y a lo largo del año han puesto a funcionar sus tentáculos en diferentes lugares.

Apartamento, en el sector del 7 de Agosto, y Madrastra, en el centro de la ciudad, abrieron recientemente, en 2023. No les interesa participar en becas ni tener quién abra la puerta; es más, Madrastra no tiene redes sociales. Para ver las exposiciones hay que pedir una cita previa. 5Crece, crece la audiencia: Podría ser peligroso no decidir quién es el anfitrión y quién es el invitado, quién da y quién recibe, quién es el parásito y quién es el anfitrión, quién tiene el regalo y quién tiene la pérdida, y dónde comienza la hostilidad en la hospitalidad. Decía Antonio Caro que eran anticomerciales, pero querían vender, y que, para hacerlo, programaban muestras de artistas jóvenes.

Epílogo

“El parásito es invitado a la mesa. A cambio, debe agasajar a los comensales con sus historias y su alegría. Para ser más precisos, debe intercambiar buenas conversaciones por buena comida, pagar su cena con palabras. Tiene la profesión más vieja del mundo. Sus rastros se encuentran en los documentos más antiguos, y se conocen miles de variaciones de esta ley de justicia, rara vez simple, a menudo complicada, practicada tanto en la vida cotidiana, social, amistosa, tribal y familiar como en la comedia más antigua o la historia más recóndita. Por ejemplo, el aprovechado paga en moralidad y el anfitrión da, lleno de culpa por ese deber grande, pero imaginario. La moral es apenas un discurso entre muchos, una especie de moneda de curso legal. Cada sociedad permite una especie lingüística que se puede intercambiar ventajosamente por comida. Grupos influyentes y poderosos pueden difundir de esa manera un léxico forzado. Hoy en día es económico, pero hace poco fue humanista, y, antes, voltairiano, y, hace mucho tiempo, religioso”.

Carolina Cerón
Alguien le hizo un dibujo con una leyenda que decía: todo le preocupa, nada la ocupa del todo. De pequeña asistió a Satán, un colegio para señoritas en la capital. Ahí aprendió a ser testigo silencioso de la química abrumadora de la existencia. Desciende de un linaje de brujas espiritistas. Irónicamente su mayor miedo son los fantasmas. Escribe cosas por ahí.